Plaza de dos olores horribles, pis y mierda fresca,
Tus rasgos me asaltan, atracan mis sentidos,
Como cubo de basura, recibes todo lo mal,
Hasta que el cubo se derrama,
Un verdadero vertadero,
Su gentuza apesta a merluza,
La tarde arde con un infierno andaluz,
La luz acaba en este vacío de Malasaña,
Feo, ediondo, así te quiero mi querido Madrid.
Pasé la tarde en Plaza Dos de Mayo y un poeta, viejo, desesperado, me vendió su libro de poemas y, por pena, se lo compré. Inspirado por sus poemas, que me parecían de poco nivel, si voy a ser sincero, escribí este poema.